jueves, 26 de diciembre de 2019

Delirios febriles





Mi hijo y yo hemos pasado las fiestas de Navidad juntos, viajando intermitentemente del sofá a la cama y de la cama al sofá. Hemos formado parte de la estadística de la población que ha sufrido la epidemia de gripe. Como nos ha cogido desprevenidos, a la fiebre hay que añadir el malhumor (él) y la depresión (yo) por estar enfermos en días como estos.

Así que las noches navideñas de estos días, deambulando por casa, han dado mucho sí. En mi caso la fiebre me ha llevado a oir voces y comprobar, habitación por habitación, si alguien se había colado en casa; a retirar las sábanas de la cama porque creía que un gato se escondía dentro, y a creerme que me había quedado ciega, con la consecuente angustia que esto provoca.

En el caso de mi hijo, en los picos de fiebre alta, se ha acordado de sus amigos de Kenia y de la gente que vio viviendo a los suburbios de Nairobi en condiciones miserables. No ha podido evitar imaginárselos con el mismo malestar que él y sin medicamentos por paliar el dolor. O incluso muriéndose, he añadido yo.

En los momentos de delirio, el cerebro de cada cual va por libre.

Justamente hoy, que los pensamientos febriles de mi hijo están con la gente de Nairobi, en La contra de La Vanguardia, la exbanquera Jaqueline Novogratz, ha encontrado una solución para la pobreza en África, o para paliarla cuando menos. Según ella hay que invertir a largo plazo en créditos para emprendedores locales.

Jaqueline Novogratz. La contra. La Vanguradia

Sinceramente, yo volví de nuestro viaje a Kenia del año pasado derrotada, sobre todo por la visión de los suburbios de Nairobi. Tuve la triste sensación que no había solución posible para arreglar el futuro de tanta gente (millones de personas). Que la pobreza allí era como un río desbordado, imposible de controlar.

A raíz de esta experiencia, compré " Factfulness", el libro de la familia Rosling ( Anna, Hans y Ola) por curiosidad  Este libro nos viene a convencer, con datos estadísticos, que el mundo va mejorando, ( el tercer mundo), y que está mejor que hace 30 o 40 años. Pero sobre todo, que nosotros (primer mundo) tenemos una visión distorsionada, y consideramos, sin ningún dato que lo corrobore, que el tercer mundo está peor del que en realidad está. Bill Gates regala este libro a todos los estudiantes americanos que se gradúan. Supongo que su objetivo es que los jóvenes americanos sean optimistas en cuanto a la visión del mundo, porque esto lleva a no ser derrotistas y a considerar que se pueden hacer cosas para mejorarlo.

Bien es verdad que vivo en un estado de permanente contradicción, entre los datos que expone el libro, que son absolutamente ciertos y contrastados, y lo que vi en Nairobi. Seguramente las condiciones de vida de aquellos suburbios ahora son mejores que hace cuarenta años. Pues cómo tenían que ser entonces!!

Ciertamente, Jaqueline Novogratz, con una visión optimista del problema, está intentando buscar vías para solucionar la pobreza, dentro de su ámbito que es la banca. Gente como yo, negativa, o como un exjefe mío, político en el parlamento de Cataluña, que volvió de un viaje al Senegal, también convencido que Africa no tenía futuro, no aportaremos nada positivo, porque consideramos que no hay solución.

Hay que dar paso  a la gente positiva para cambiar el mundo ( a mejor ).

viernes, 6 de diciembre de 2019

No habrá gobierno


No habrá gobierno en los próximos días.


Como si yo fuera una pitonisa que predice el futuro acariciando la bola de cristal, a Dios pongo por testigo...  que no habrá gobierno los próximos días en España. Aquí lo dejo, toma ya!

Espero equivocarme.

Este futuro tan oscuro que visualizo, sólo puede ser fruto de la absoluta desesperanza y de la desconfianza que me provocan los partidos políticos, sin distinción de colores, claro que sí. Todos y cada uno de los políticos que esta semana han constituido el Congreso de los Diputados, desde los que he votado con una pinza en la nariz, hasta los que no comparto su ideología, y está claro, incluso los que odio, sí los odio, hasta lo más profundo de mi ser, porque ahora sí hay políticos que odio, todos me provocan desde tristeza y frustración hasta ira.


¿ Que me ha hecho llegar a esta conclusión, errónea espero, sobre la falta de gobierno y, de paso, unas nuevas elecciones? La reflexión a la que llegué hace unos días sobre la amistad.


Tengo tres amigas que conservo desde los primeros cursos de EGB, sí, de cuando había EGB, BUP y COU. Aquí el desocupado lector joven deducirá con estas siglas que pertenezco a la época de los dinosaurios.


Me considero muy afortunada de tenerlas como amigas y que ellas también me consideren. Evidentemente que a lo largo de todos estos años hemos tenido temporadas que no hemos coincidido mucho,  por diferentes circunstancias (matrimonios, trabajos, hijos), pero siempre hemos intentado encontrarnos, a pesar de vivir separadas. Hay determinadas fechas del año que son sagradas para nosotras, y, o bien solas, o con las parejas o familia, nos encontramos. En los últimos años, las cuatro hemos hecho escapadas solas tan de moda a partir de los cuarenta años. Siempre que vuelvo de una viaje de estos constato la suerte que tengo. Regreso a casa como si hubiera hecho terapia de grupo, después de convivir cuarenta ocho horas seguidas con ellas. Realmente, el concepto “buena persona” se inventó pensando en ellas.

Las tres están involucradas directa o indirectamente en la política municipal de su pueblo, y en partidos políticos de diferente ideología, lo cual me enorgullece como amiga y como ciudadana. Siempre he pensado que los concejales y concejalas de pueblo son el último mohicano de la auténtica política, entendida como la búsqueda del bien para el ciudadano y no para el partido.


Pues bien, desde el día 1 de octubre de 2017, fecha del inicio de una época bastante convulsa para Cataluña, fecha en que la política, quisieras sí o sí, entró en las casas de todas las familias catalanas para quedarse a la mesa del comedor, no hemos tenido nunca una conversación profunda del fondo de la cuestión. Sí que hemos comentado muchas veces la situación de los presos políticos, de los exiliados, del partido de ultraderecha, de las manifestaciones independentistas en Bruselas y Madrid, en que algunas de ellas han participado, etc. Pero no hemos entrado nunca a opinar sobre el tema de fondo, que en definitiva es hablar sobre política.

Si podía haber un ejemplo de personas razonables y sensatas para debatir sobre auténtica política, éramos nosotras cuatro. Y no lo hemos hecho. No me había dado cuenta hasta ahora, por eso la entrada de hoy. Estoy convencida que a pesar de tener diferencias ideológicas, sí que tenemos muchos puntos en que coincidimos. Pero no lo hemos hablado nunca. No tengo ni idea del motivo. O puede que lo llegue a imaginar, y puedo estar equivocada, en los motivos de cada una. Así ha sido siempre que hemos sido las cuatro juntas, ya sea visitando la exposición de flores de Girona, colgadas en el teleférico de la isla de Capri, zampando pizza en Nápoles, o paseando en coche de caballos por Sevilla como unas auténticas turistonas. Las cuatro hablando de los hijos, de la vida, de los trabajos, de enfermedades, del dolor de la pérdida de nuestros padres... pero de política de nada.



Si nosotras cuatro no nos hemos atrevido a debatir sobre el fondo de la cuestión, o no lo hemos creído conveniente o yo que sé, pero no lo hemos hecho, no espero en absoluto que políticos, que en definitiva viven de mantener la tensión y las diferencias entre ciudadanos, puedan llegar a tender puentes y a llegar a acuerdos para formar gobierno.


De aquí mi frase de inicio de la entrada de hoy.



miércoles, 4 de diciembre de 2019

¿Como se traduce "bollo" al catalán?


Hoy Optimot, el servicio de consultas lingüísticas de la Generalitat,  me ha fallado. Sin duda.*
 

Recientemente he visitado el pueblo donde nacieron mis padres, que se encuentra en el Valle de los Pedroches.

Fue casarme y tener hijos y pasaron veinticuatro años sin ir.
Esta vez he ido acompañada de mi hija. Quería que conociera la familia cordobesa, y también los orígenes de sus abuelos, ahora que ya no los tenemos entre nosotros.

Cuando yo era pequeña me encantaba ir al pueblo por Navidad. Salíamos de madrugada desde Playa de Aro. El trayecto en coche duraba unas 18 horas. Mi madre preparaba la cama para nosotras las niñas en los asientos de atrás del coche: rellenaba el espacio de los pies con maletas, colocaba una manta encima de todo, y mi hermana y yo dormíamos plácidamente en aquel colchón improvisado. Ríete tú ahora de las sillitas de seguridad para niños en los coches!.

El sonido de la radio del coche nos despertaba a media mañana: aquel catalán tan extraño, según mi opinión de niña perqueña, que emitía la radio, tan diferente del mío, junto con los campos de naranjos que veíamos por la ventana del coche, nos indicaba que ya estábamos en Valencia. Allí mismo, entre naranjos,  plantábamos el mantel para comer. Mi madre había preparado la "merienda" de la que nunca faltaba el termo de café. Mi padre aprovechaba para coger algunas naranjas de los árboles.Ni que decir tiene que mi madre se enfadaba mucho y discutían entre ellos. Las niñas conforme nos hicimos mayores le suplicábamos a mi padre que no lo hiciera. Yo tenía autentico pánico a que saliera el amo de los naranjos y le pegara un tiro con la escopeta, como en las películas. Pero mi padre no atendía a razones: él era como Ulises, y las naranjas sus sirenas particulares. Mi padre, que había sufrido hambre y miseria en la infancia, no consideraba tan grave robar cuatro naranjas. Con los años esta anécdota ha pasado a formar parte de las historias del abuelo que nos provocan risa y ternura cuando las explicamos. Aquellas naranjas seductoras actualmente están muy protegidas por una valla y no se comen en España, sino que se exportan. No puedo menos que decir que en el fondo se lo agradezco a mi padre: eso que tenemos.

Llegábamos al pueblo por la noche a través de una carretera oscura y solitaria. El último pueblo antes del nuestro lo dejábamos atrás a muchos quilómetros de distancia. Nuestro coche era el único que transitaba a esas horas por aquellos campos. Ahora le llaman a esa zona,  espacio protegido de contaminación lumínica. A mí me daba miedo que el coche no pinchara una rueda y nos quedáramos solos en medio de la oscuridad.

Nos recibía la hermana de mi madre, la única de los siete hermanos que quedaba en el pueblo,  su marido, y los primos.  Las dos hermanas se abrazaban y lloraban de emoción. Inevitablemente mi padre se enfadaba siempre con aquellos lloros que no entendía. Según él, se trataba de un momento de celebración. Yo entonces no lo sabía, pero con el tiempo he asumido que no lo era exactamente: había toda la tristeza de dos hermanas separadas a mil quilómetros de distancia. 

Y qué comidas tan buenas preparaban  mi madre, mis tías y mi abuela materna durante aquellas  vacaciones: pavo frito,  jabalí y liebre de los que cazaba mi tío, lechón (lechoncito), torreznos, bacalao rebozado, morcilla hecha en casa. Y qué dulces tan diferentes de los de Cataluña: bollos, roscos con azúcar, perrunas, flores o cagajones. A mí lo que más me gustaba eran las migas tostàs. Y qué no diríamos del pan andaluz que íbamos a comprar  a la casa/panadería de al lado, con un olor a harina que nunca he olvidado.

Ahora, en pleno siglo XXI, mi hija y yo hemos llegado al pueblo en el tren de alta velocidad, el AVE, directas y propulsadas desde Girona. El pueblo cuenta ahora con una estación del tren modernísima, en medio de la campos de olivos y encinas. Parecía una película de ciencia ficción, mi hija y yo solas en el andén de la estación de tren futurista, vacía, y también de noche, como en otros tiempos. Pero allí se encontraban mis tíos dispuestos a recogernos, los mismos que nos recibían en aquellas Navidades de hace tantos años. Y yo, hija de mi madre, he derramado las mismas lágrimas, mezcla de tristeza por los que no están, y de alegría, y nuevamente incomprendidas, esta vez por mi hija, que es digna nieta de su abuelo.

Otras dos hermanas de mi madre, de los cinco que emigraron a Cataluña, también se encontraban de vacaciones esos días con mis tíos. La casa de mi tía se ha llenado de mujeres alegres: aquello parecía un aquelarre de brujas, donde había un solo un hombre, mi tío, al cual las cinco mujeres le hacíamos ir arriba y abajo a nuestro antojo. Nunca se quejó y siempre tuvo una sonrisa para nosotras.

No os podéis imaginar qué ha significado por mí volver a saborear nuevamente todos aquellos platos preparados por mis tías. Ahora que mis padres no pueden cocinar para mí, he vuelto a reencontrar los olores y los sabores de aquellos tiempos de felicidad, cuando yo no era huérfana. Mi cerebro ha funcionado perfectamente conectando con cada plato que me comía, las escenas y recuerdos de mi niñez. Así ha sido ciertamente.

Estos días también he podido visitar a la única hermana viva de mi padre, de más de noventa años, que me ha reconocido solo verme entrar por la puerta. He descubierto que las primas que dejé  jovencitas y niñas, ahora alguna se ha convertido en abuela, y otras están muy ocupadas, en plena vorágine de tener niños pequeños y trabajar. Tengo primas que montan empresas de pasteles, primas que el día de su boda no aceptan regalos si no son para una asociación de los sin techo, primas que te cuidan y te enseñan los rincones de Córdoba cómo si te hubieran visto el día de ayer.

Sí, también hemos visitado Córdoba para poder reencontrar al otro hermano de mi madre que vive allí. Toda la familia nos ha tratado cómo si fuéramos de la realeza. Mientras atravesábamos el puente romano sobre el Guadalquivir, mi tío me señaló al final el punto exacto donde sufrió un infarto mi abuelo materno, que murió en sus brazos. Aquel día fatídico mi tío le esperaba en el coche mientras mi abuelo iba  a arreglar unos papeles para la jubilación. Cuando salió de la oficina de la Seguridad Social muy contrariado, al llegar al coche, se desplomó de un infarto fulminante. Yo desconocía el epílogo de la triste historia: aquel disgusto que le causó la muerta, no tuvo ninguna razón de ser: sus papeles para la jubilación estaban en regla. Fue un error del estúpido  funcionario que le atendió de malas maneras diciéndole que los papeles no existían y no podría cobrar la pensión.

Tanto mi hija como yo hemos notado durante este viaje que mis padres y mis abuelos estaban presentes: en cada carcajada de mis tías, en cada anécdota de ellos que nos explicaban, en cada rincón de la casa, en las calles del pueblo donde jugaban, en los campos de encinas donde enviaron al niño que era mi padre a cuidar cerdos... Hemos descubierto la carretilla con la que mi abuela paterna repartía leche por las casas, expuesta en una plaza del pueblo como si fuera una pieza de museo. Hemos cenado en el bar que una vez fue del bisabuelo, y que todavía existe como tal, moderno y con fotografías de otras épocas. Mientras estábamos allí, puedo asegurar que escuché cómo unas niñas, sus nietas,  jugaban en el columpio del desván hace muchos años.

Sí: Villanueva de Córdoba es un pueblo precioso que nos ha acogido maravillosamente. Al subir al tren de vuelta a Girona, en el andén de la estación solitaria del AVE, mi tía me dio una bolsa llena de bollos calientes para el viaje. Toda la vida comiendo bollos y nunca los había podido saborear  recien hechos, tiernos. Cuando era pequeña comprábamos muchas cajas de bollos  y llegaban a Cataluña duros, aunque perfectos para mojar con la leche o tostarlos. Aquel sabor y textura eran nuevos para mí. Decidí, mientras mi hija y yo los devorábamos allí mismo,  rodeadas de olivos y encinas, en espera del tren AVE, que aquel sería el sabor del pueblo que se llevaría mi hija incrustado en su cerebro.
 



* Esta és una version en castellano de la entrada con el mismo titulo en "Lilladelesbos.blogspot". Allí he incluído los nombres originales de las comidas en andaluz, para conservar el sabor de los platos. Nota de la traductora.

martes, 10 de septiembre de 2019

Visceras






Entro en la carnicería donde compro habitualmente en verano. Parece que esté  en un local de moda de la costa: una cantidad importante de rusos y barceloneses,veraneantes en la Costa Brava, conforman la mayoría de la clientela. Seis o siete dependientes muy profesionales se apresuran eficientes a atender a los compradores que esperan su turno.

Por esta carnicería han desfilado ante mí unos cuantos famosos: desde el expresidente del Barça, Joan Laporta, a la madre de la tenista Arantxa Sánchez Vicario, entre otros, han comprado carne delante mío.... De acuerdo, ningún famoso de portada de la revista Hola. Con esto quiero decir que estoy acostumbrada a pasármelo bien mientras compro.

Cojo número y observo de espaldas a una mujer alta, rubia y delgada con el cabello recogido en un gracioso moño descuidado lo justo. Destaca especialmente entre las clientas rusas y barcelonesas por la elegancia con la que lleva puesto  un sencillo vestido estilo boho-chic  Me parece reconocer a la pareja de esta señora de algún programa de TV3, pero no la acabo de situar. Él se comporta muy cariñoso con ella, la abraza por la cintura todo el rato y distraídamente le da un beso en la mejilla.

La mujer finaliza su compra y se dirige a la caja para pagar. El marido se gira un momento y me sorprende mientras les observo. Me mira un instante con ojos cansados como diciendo “sí, somos nosotros". Decido fijarme en su mujer y resultar ser  la presentadora de televisión Susanna  Griso.

Esta periodista catalana es más alta y guapa en persona que como aparece por la pantalla de televisión. Los labios operados casi no se notan, parecen naturales. Puede que yo sea muy mala y en verdad ni se los  haya retocado. Destila elegancia en la manera de llevar el precioso vestido. El señorío se tiene o no es tiene. Desengañémonos. Calza unas botas camperas   (de verano) que ni  una rusa del Kremlin, barcelonesa de Pedralbes o gerundense del Pla de Palau, osaría ponerse en pleno mes de agosto. Pero ella sí puede.

Susanna Griso sabe que todo el mundo en la carnicería la reconoce y lo soporta con una sonrisa. Los dependientes no han parado de felicitarla por el programa de televisión de las mañanas "Espejo Público".

Finalmente la pareja se va, y aquel ambiente glamuroso que se intuía en la carnicería de moda se ha desvanecido. Los mortales habíamos sido tocados unos instantes por la visión de un ángel, y ahora hemos vuelto a la cruda realidad de comprar unas morcillas.

Normalmente no puedo (ni quiero) ver su programa matinal de televisión Espejo Público porque coincide con mi horario de trabajo. Pero los pocos programas que he visto me han desconcertado sobremanera por el hecho que yo no la tenía catalogada como la otra reina de la televisión basura matinal que es Ana Rosa Quintana. Estas dos presentadoras estrella de televisión se hacen la competencia y luchan entre ellas a ver quien obtiene la màxima audiència con noticias de la crónica negra,  y parece ser que se hacen millonarias con este tipo de programes,

Paralelamente a enriquecerse,  en mi humilde opinión, Susanna Griso ha ido perdiendo prestigio como periodista seria . No es una Ángeles Barceló, o una Gemma Nierga. No. En su momento decidió, como Maria Teresa Campos, (otra buena periodista caída en desgracia “profesionalmente hablando", que no lucrativamente) dedicarse a la telebasura y buscar audiencia a cualquier precio. Queda poco de la Susanna Griso de los informativos de TV3 o de “Tres señoras y un señor”.

Si en la carnicería top ella nos quería enviar un mensaje de elegancia y finura, a mí no me lo coló.

En su trabajo diario, utiliza el dolor y el sufrimiento de personas sencillas, ajenas al mundo de la televisión, para subir la audiencia.

Quizá  le tendría que haber dicho en la carnicería que yo personalmente no compartía la opinión de los dependientes, que había visto la entrevista donde hurgaba en la herida de los padres de Julen, el niño de Málaga que cayó en un pozo mientras jugaba y estuvo muchos días muerto hasta que encontraron el cuerpo. Durante la entrevista se podía ver perfectamente que la pareja no estaba en condiciones de responder ninguna pregunta. Estaban rotos de dolor. Pero ella continuó. the show must go on.
Las preguntas fueron:

- ¿ Cuántas veces os habéis arrepentido de haber llevado vuestro hijo a aquel terreno a pasar el día?
- ¿Qué recordáis de aquel día?
- ¿Quién hacía la paella?


Gran entrevista, periodismo incisivo y de calidad que proporciona información de interés a los espectadores, y quizás un Pulitzer.

No le dije nada.

Hoy ha empezado el juicio a la asesina confesa de Gabriel, el niño almeriense asesinado por la pareja del padre. Otro espectáculo periodístico asqueroso en marcha. El padre y la madre del niño han visto venir todo el que les cae encima. Han pedido a… Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, entre otros, respeto y sensibilidad para ellos y para los testigos y familiares implicados, y que se informe de manera ética. He recibido un mail de la plataforma reivindicativa change.org para firmar peticiones multitudinarias. He firmado a favor de su hijo, para que los medios de comunicación cumplan estrictamente los códigos deontológicos a la hora de dar cobertura informativa. No sé si Susanna Griso lo habrá respetado. Es sorprendente recibir una petición de change.org de unos padres que solicitan protección de Susanna Griso y sus secuaces, igual que me la piden de liberar un preso político en Turquía.

Ciertamente me extraña mucho cómo ha cambiado Susanna Griso. Con toda sinceridad lo digo.
PD 1. ¿ Qué compró Susanna Griso en la carnicería? ¿Vísceras?


PD2. Mucho  dinero debe cobrar Susanna Griso como para negarse a hacer este tipo de programas de televisión.  Es muy fácil criticarla, ya lo sé.

martes, 2 de abril de 2019

Cuando se calmen los malos vientos, volveré

Portada del libro "Quan calmin els mals vents, tornaré" de Pilar Fancès. Por ahora no estaà trarducido al castellano



Desde hace tiempo, y lo saben mi familia y amigos, me gustaría visitar alguno de los lugares del sur de Francia que conforman la "ruta del exilio" republicano. Empezaría por pisar la arena de la playa de Argelès, donde los franceses instalaron deprisa y corriendo algunos de medio millón de refugiados republicanos; luego continuaría con la visita a la Maternidad de Elna, y terminaría en el Museo Memorial del Exilio de La Jonquera.



Cada año pienso en apuntarme a las rutas que organiza el Museo de Historia de Girona pero, cuando me doy cuenta, ya ha pasado el día o aquel domingo tenía otra cosa que hacer. Y no he encontrado a nadie lo suficientemente interesado en el tema que me quiera acompañar cuando lo he preguntado. Se trata de una excursión especial y emotiva, y no quiero ir sola. Entre estas y otras excusas no he ido todavía, y mira que tengo ganas !.



Algunos amigos me preguntan el motivo de mi interés por el exilio republicano, si no tengo ningún familiar exiliado. Yo tampoco lo entiendo, la verdad.

Pero tal como la protagonista del libro "El azul de la Virgen" de Tracy Chevalier, que sufre y vive en su propias carnes los dolores físicos y mentales de una chica del siglo XVI, yo también lloré sobre la tumba de Antonio Machado, nuestro querido y triste poeta, cuando la visité hace ya unos cuantos años. No sé qué me pasó. Momento "azul de la virgen, supongo. O tal vez influyó el estado de dejadez en que se encontraba. También tengo otros momentos "adv", como cuando cruzo la frontera de La Junquera dirección Francia. En el coche y mirando a través de la ventana no puedo evitar pensar, en blanco y negro, en las caravanas de exiliados, soldados de Incierta gloria derrotados, madres con niños, ancianos, embarazadas ... Los imagino huyendo en 1939 bajo los aviones italianos y alemanes que los bombardeaban. Total, para ir a caer ... en el infierno de Argelès.



Con todos estos antecedentes, cuando la Pilar Francés me dijo que había escrito un libro sobre su abuelo y el exilio en Francia, pensé que seguro que me encantaría, y así ha sido. "Cuando se calmen los malos vientos, volveré" es el libro que había estado esperando al respecto. Y no me ha defraudado en absoluto.



El libro es un auténtico homenaje a su abuelos Josep y Pietat, a toda su familia, y por supuesto a los exiliados del la guerra civil. Y también a los que se quedaron en Cataluña. No fue fácil para nadie. A través de Josep Francès los lectores vivimos en primera persona todas las miserias que los exiliados sufrieron en su día a día en los campos de concentración franceses y las de después tuvieron que aguantar como trabajadores forzosos mientras huían del nazismo. Con el libro he aprendido también que hubo exiliados que se fueron en barco.


He podido poner nombre a las fotografías e imágenes tantas veces vistas. Como dijo el escritor Jaume Cabré en la presentación de su libro "Yo confieso" en Gerri de la Sal, a la que tuve la suerte de asistir, necesitamos los personajes de los libros, que dan voz y alma a todas estas personas . El abuelo Josep, sin embargo, no es un personaje inventado, sino que existió. Y tal como dice Pilar Francès, todo lo que se explica en el libro es verdad autèntica. No hay nada inventado. A través de Josep conoceremos los sufrimientos y miserias de las personas sencillas, que participaron en la guerra civil española, porque era su deber, que perdieron esta guerra y que pagaron un precio demasiado alto sin haber tenido mucho que ver en el conflicto.

Este libro también me ha recordado al personaje real del libro de Javier Cercas "El monarca en las sombras". Como Pilar Francès hizo, también Javier Cercas investigó sobre la vida del tío de su madre, Manuel Mena, y intentó averiguar por qué un chico de 18 años decidió alistarse en el bandos nacional, y morir por sus ideas, equivocadas, pero suyas.

Volviendo al libro de Pilar Francés, debo decir que me ha gustado también porque nos transporta a un Sant Feliu de Guíxols de otros tiempos, el pueblo marinero que un día fue, en tiempos de los primeros turistas de familias burguesas, y a mi querida Conca. Yo también amo aquel Sant Feliu que conocí cuando iba al Instituto, y que ya no existe.


Cuando hayais terminado de leer el delicado libro, que contiene también unas preciosas y entrañables fotografías y cartas familiares que Pilar ha tenido el gusto de mostrarnos, una vez que hayáis cerrado la contraportada, sólo os pido una cosa: dedicad un pequeño instante a pensar que esta historia no ha acabado. El abuelo Josep vive todavía. Se encuentra en la isla de Lesbos ...

domingo, 13 de enero de 2019

Deconstruir un votante de extrema derecha


Ayer volví a ver la película "El laberinto del fauno" de Guillermo del Toro. Me puso los pelos de punta, y no fue precisamente el fauno. El actor Sergi López interpreta un coronel fascista que tiene el encargo de acabar con los pocos maquis que quedan por las montañas de la España de 1944. En una cena con la gente importante del pueblo donde está destacado el regimiento , realiza un discurso de tan rabiosa actualidad que parecía escrito por el presidente de nuestro partido de extrema derecha (Y no diré el nombre para no hacerle más publicidad). La película es del año 2006, antes de toda la radicalización que estamos sufriendo actualmente.

Conozco personalmente un votante de este partido de extrema derecha, y no es mala persona en absoluto. No lleva ninguna esvástica, ni va de cacería de homosexuales por las noches, ni tiene armas en casa. Hace una vida tan normal y tranquila como la mía. Ahora bien, si le analizo al detalle, puede que vea alguna grieta en su vida. No tiene estudios, pero porque no quiso, no por falta de medios. Trabaja muchas horas por un salario bajo. Tiene sobrepeso y la autoestima muy baja. Ell cree tener derecho a cosas como un buen coche, una buen trabajo, independizarse de los padres... Con su sueldo de mileurista no puede. Pero sobre todo hay un factor que ha influido extremadament en su concepción de la vida y del país: en el barrio donde vive se han ido instalando en los últimos años familias inmigrantes, con toda la problemàtica de convivencia que esto comporta. Para él, la culpa de todos sus problemas y los del país és de estos nuevos vecinos. Además su frustración la descarga continuamente en la redes sociales sin ningún tipo de prudencia. Todos sabemos lo que piensa y él está orgulloso.

Por supuesto que no cree  que con esas ideas se puede llegar a la construcción de campos similares a los campos de exterminio nazis. O que las mujeres perderán derechos (sólo los perderán las radicales que enseñan los pechos, a estas es a las que hay que encerrar) No piensa que las mujeres de su familia les afectaran esas ideas. Si su partido llega al poder, no exterminará a inmigrantes, independentistas, radicales de izquierdas y homosexuales. Él ya pertenece al siglo XXI y ahora son otros tiempos. En su imaginario ve marchando fuera de España todas estas personas, puede que  se imagine que se van en trenes, y construyendo un muro tan grande en África como toda la costa mediterránea.
Igual que los ciudadanos alemanes de los años 30 que votaron a Hitler. Ni se les pasaba por la cabeza que para sus vecinos judíos, causantes de todos sus males, habría que buscar una solución final. Ningún país los acogió y se encontraron con el grave problema de qué hacer con ellos: por supuesto los dirigentes nazis ya tenían pensada la solución. Pero el panadero berlinés que les votó, no creo.
"los judíos son nuestro infortunio"
 
 

Comprendo a este votante. Y creo que es importante para todos los demócratas que no pensamos como él intentar entenderle y tener empatía con él,  porque existen muchos. Siempre han existido, desde los años 30 del siglo pasado. En España habían sido acogidos por otro partido, pero se les ha quedado pequeño. No han sido las condenas por corrupción del partido al que votaban lo que los ha empujado a crear un partido nuevo, no (dejando de lado las posibles injerencias internacionales). Ha sido el motivo que ya utilizaron los nazis en los años 30 en Alemania: el miedo. No es odio: es miedo. Es el miedo a todo lo que viene de fuera: los inmigrantes que les quitaran el trabajo, los independentistas que desmontaran el país, Europa que está en plena decadencia y no les sirve para nada, (y si no que pregunten a los griegos).
Creo que es trabajo de todos los ciudadanos demócratas, comprender y razonar con estos votantes, porque realmente no saben lo que hacen. Estoy absolutamente convencida. Han sido manipulados por los dirigentes de estos partidos ultraderechistas.

Yo propongo que estos votantes visiten los campos de exterminio nazis, (con visita guiada si es posible) o las tumbas de los desaparecidos españoles de la postguerra, o el campo de refugiados de la isla de Lesbos, o que el barco Open Arms organice cruceros para estos votantes, y que la Cruz roja monte gradas en las playas donde suelen aparecer los cadáveres que flotan por nuestras playas, o por último, que visiten mujeres en la UVI de los hospitales, apaleadas por sus parejas.

Deben comprender cuál es el destino final de su papeleta depositada en la urna. Esta es la tarea a realizar los votantes de partidos demócratas de Cataluña, España y Europa.

Yo me he propuesto deconstruir a mi votante para las próximas elecciones. Ya sería un voto menos...