viernes, 9 de marzo de 2018

Dedicado a nuestras madres



(Esta entrada la podéis encontrar en catalán en ...

http://lilladelesbos.blogspot.com.es/2018/03/dedicat-les-nostres-mares.html )


Igual que Salma Hayek y otras artistas de Hollywood han decidido denunciar cómo  Harvey Weinstein las ultrajó y acosó, yo también voy a contar la vez que mi madre se sintió indignada como MUJER.



A principios de los años sesenta, ella y mi tía decidieron ganar un poco de dinero recogiendo algodón. Se enrolaron como recolectoras de algodón y, ni cortas ni perezosas, se subieron a un autobús lleno de mujeres con las que convivirían durante dos meses lejos de casa.

Fue sentarse en el autobús y darse cuenta que se habían equivocado. La primera impresión no fue muy agradable. Puedo imaginar a esas dos chiquillas sencillas y bien educadas,  que no habían salido nunca de casa, ni del pueblo, sentadas en medio de un grupo de personas desconocidas, algunas muy mal habladas y con un lenguaje muy grosero. Imposible bajar del autobús. Deberían convivir durante dos meses con todas aquellas chicas.

Pues todas aquellas mujeres recolectaron el algodón, bajo cuarenta grados de temperatura, en medio de los campos de Córdoba, con todo el cuerpo y la cara tapados, para no respirar el aire seco y contaminado del algodón, y para no tener una insolación. Además debían ponerse guantes para protegerse de los pinchos del algodón. A mi madre le sangraban constantemente los dedos cuando sacaba la flor. Estas penalidades a ella no la molestaban. Era joven, tenía toda la vida por delante y sentía que podía con todo.  

TRABAJO MUY DURO LLEVADO A CABO POR MUJERES.

Dirigía el grupo de mujeres recolectoras un capataz (HOMBRE, claro).

Este tipo resultó ser un machista (palabra que descubrió mi madre años más tarde, en ese momento ella ni sabía lo que significaba esa palabra) muy maleducado.

Soportar a este impresentable tipejo, que las controlaba constantemente mientras trabajaban, es lo que le resultó más duro del trabajo. No paraba de recriminar a las pobres chicas que paraban un momento a coger resuello, las insultaba, les hacía comentarios vejatorios, asquerosos, con la total intención de hacerlas sentir que no eran nada. Aquel hombre no daba ni golpe mientras ellas trabajaban de sol a sol (literalmente) en ese trabajo tan duro. Un estúpido sin categoría moral que llegaba al extremo de soltar ventosidades ante ellas... y encima ser reía!.

 Sí, yo ahora también estoy riendo un poco mientras escribo esto , y de hecho algunas mujeres tontainas le reían la gracia. Pero mi madre, mi tía y la mayoría de las otras chicas del grupo trabajaban en silencio dolidas y ultrajadas en lo más profundo de su corazón, mientras observaban el penoso espectáculo del tirador de peos.

Cuando mi madre y mi tía regresaron a casa y les pagaron por los dos meses de trabajo, durmiendo al raso, descubrieron que había ganado dinero más que suficiente para comprarse unos zapatos y .... poca cosa más. Les habían pagado  una miseria por ser  MUJERES, a ellas y a todas las mujeres del grupo de recolectoras de algodón.

Ese momento fue el punto de inflexión que hizo decidir cambiar de vida a mi madre. Igual que Escarlata O'Hara en "Lo que el viento se llevó" mi madre decidió, cogiendo un trozo de tierra andaluza del suelo, que "no la explotarían más". Hizo la maleta  y ella solita se vino en tren a Barcelona a trabajar.

Fue una mujer muy valiente para su época. Como tantas otras. Gran ejemplo para mí y mis hijos.


Aquí, 8 de marzo de 2018,  tenemos el futuro de las nuevas generacions de la família manifestándose en el día de la mujer trabajadora, por la misma Barcelona a la que llegó su abuela y tantas otras mujeres trabajadoras muchos años antes .




 
 



p.d. Mi madre me contaba esta historia sin utilizar ni una palabra malsonante para describir aquel energúmeno.