jueves, 26 de diciembre de 2019

Delirios febriles





Mi hijo y yo hemos pasado las fiestas de Navidad juntos, viajando intermitentemente del sofá a la cama y de la cama al sofá. Hemos formado parte de la estadística de la población que ha sufrido la epidemia de gripe. Como nos ha cogido desprevenidos, a la fiebre hay que añadir el malhumor (él) y la depresión (yo) por estar enfermos en días como estos.

Así que las noches navideñas de estos días, deambulando por casa, han dado mucho sí. En mi caso la fiebre me ha llevado a oir voces y comprobar, habitación por habitación, si alguien se había colado en casa; a retirar las sábanas de la cama porque creía que un gato se escondía dentro, y a creerme que me había quedado ciega, con la consecuente angustia que esto provoca.

En el caso de mi hijo, en los picos de fiebre alta, se ha acordado de sus amigos de Kenia y de la gente que vio viviendo a los suburbios de Nairobi en condiciones miserables. No ha podido evitar imaginárselos con el mismo malestar que él y sin medicamentos por paliar el dolor. O incluso muriéndose, he añadido yo.

En los momentos de delirio, el cerebro de cada cual va por libre.

Justamente hoy, que los pensamientos febriles de mi hijo están con la gente de Nairobi, en La contra de La Vanguardia, la exbanquera Jaqueline Novogratz, ha encontrado una solución para la pobreza en África, o para paliarla cuando menos. Según ella hay que invertir a largo plazo en créditos para emprendedores locales.

Jaqueline Novogratz. La contra. La Vanguradia

Sinceramente, yo volví de nuestro viaje a Kenia del año pasado derrotada, sobre todo por la visión de los suburbios de Nairobi. Tuve la triste sensación que no había solución posible para arreglar el futuro de tanta gente (millones de personas). Que la pobreza allí era como un río desbordado, imposible de controlar.

A raíz de esta experiencia, compré " Factfulness", el libro de la familia Rosling ( Anna, Hans y Ola) por curiosidad  Este libro nos viene a convencer, con datos estadísticos, que el mundo va mejorando, ( el tercer mundo), y que está mejor que hace 30 o 40 años. Pero sobre todo, que nosotros (primer mundo) tenemos una visión distorsionada, y consideramos, sin ningún dato que lo corrobore, que el tercer mundo está peor del que en realidad está. Bill Gates regala este libro a todos los estudiantes americanos que se gradúan. Supongo que su objetivo es que los jóvenes americanos sean optimistas en cuanto a la visión del mundo, porque esto lleva a no ser derrotistas y a considerar que se pueden hacer cosas para mejorarlo.

Bien es verdad que vivo en un estado de permanente contradicción, entre los datos que expone el libro, que son absolutamente ciertos y contrastados, y lo que vi en Nairobi. Seguramente las condiciones de vida de aquellos suburbios ahora son mejores que hace cuarenta años. Pues cómo tenían que ser entonces!!

Ciertamente, Jaqueline Novogratz, con una visión optimista del problema, está intentando buscar vías para solucionar la pobreza, dentro de su ámbito que es la banca. Gente como yo, negativa, o como un exjefe mío, político en el parlamento de Cataluña, que volvió de un viaje al Senegal, también convencido que Africa no tenía futuro, no aportaremos nada positivo, porque consideramos que no hay solución.

Hay que dar paso  a la gente positiva para cambiar el mundo ( a mejor ).

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