martes, 4 de abril de 2017

Oriente y occidente


Tengo una edad en la que algunas de mis amigas se separan de sus maridos después de más de veinte años de matrimonio. Los motivos pueden ser diversos. Muchas veces no me los explican, ni yo quiero saberlos. Quedan en el ámbito privado de la pareja. Si ellos han de ser más felices por separado, pues mejor para ambos.

De vez en cuando alguna de estas amigas me comenta que su ex marido curiosamente ahora sale con una mujer mucho más joven. Y es en ese momento cuando no puedo evitar levantarme de la silla y gritar, como si tuviera un muelle en el culo: "¡El librero de Kabul" !. Siempre me pasa igual.




El libro "El librero de Kabul", de la periodista noruega Asne Seierstad, trata de la vida cotidiana de una familia afgana. El librero Sultan Khan ha intentado salvar su librería a lo largo de los años de los invasores rusos, talibanes y norteamericanos. Es un Guillem Terribas afgano. Un auténtico héroe. El libro muestra la triste historia reciente de Afganistán a través del a día de esta familia, vista a través de unos ojos azules noruegos.

Este hombre culto, defensor de los libros y del pensamiento libre hospeda en su casa a la periodista noruega con la intención de dar a conocer a Occidente a través de ella de un Afganistán alejado de los tópicos como el burka, la guerra incesante y el opio. Pero Asne y Sultan están destinados a chocar como dos trenes a alta velocidad. A la periodista le cuesta aceptar el abuso diario institucionalizado contra las mujeres y niñas afganas y en concreto contra las de la familia. Al librero, que sufre la crisis de los cincuenta, le cuesta aceptar que su mujer se ha hecho mayor. En Afganistán está permitido tener más de una mujer, y él no quiere dejar pasar la ocasión. Tiene poder económico más que suficiente para comprar la mujer / niña que le plazca. Evidentemente se produce un descalabro en esta familia del siglo XXI que vive en una sociedad medieval: el padre está decidido a casarse con la pobre niña. Su mujer y sus hijos, a quien el padre ha educado en los valores modernos, huyen de Kabul y se refugian en Pakistán. 

A muchos kilómetros de distancia, en Occidnte, Risto Mejide, comunicador de programas de telebasura, con ínfulas de intelectual, de 40 años, divorciado y con un hijo pequeño, sale con una chica de 18 años, y se quiere casar. Ha sufrido la misma crisis que nuestro amigo de Afganistán. Risto, seu-héroe de la televisión, lo exhibe sin pudor en las redes sociales porque lo ve como un triunfo, al igual que Sultan Kahn, nuestro librero. Risto piensa que la envidian todos los hombres testosteronados de nuestro país, y creo que no va muy equivocado. 

 
 
 
La inconsciente novia de Risto (¿no tiene padres?) ha abandonado los estudios de periodismo. ¿ Para qué estudiar?, debe pensar, si ha conseguido que le publiquen un libro, con el único mérito de ser "futura mujer de". Todas las chicas que ahora mismo están estudiando periodismo y constatan lo difícil que es encontrar trabajo, están recibiendo un mensaje espantoso.

Mi hija, de la misma edad que la novia, harta de seguirla en instagram y ver cómo presumía de sus logros como escritora,  le comentó ( por lo visto a veces tienes línea directa con el famoso de turno) algo así como que si creía le publicaban el libro para ser la nueva hermana Bronte. ¡La futura novia la bloqueó al instante!. (De ahí el nombre "Instagram").  La chica seguramente pensó que Bronte era un insulto.  Es lo que pasa cuando lanzas tu vida privada a los cuatro vientos: te arriesgas a que algún loco o quien sea te diga lo que no quieres oír.

Otros libreros en Occidente más o menos envidiados:

Berlusconi


Woody Allen ( la niña de la derecha es su mujer)





Fernando Fernández Tapias




Algunos desocupados lectores argumentareis que la pequeña afgana no tiene el mismo grado de libertad que la futura mujer de Risto Mejide. La catalana cree que ha elegido libremente, pero no es así. Ella también es esclava de los mismos estereotipos machistas que pululan por nuestra sociedad occidental, sin que las mujeres nos demos cuenta. Del "contrato" que la ex-estudiante de periodismo ha firmado, no con la editorial, sino con Risto, ella es la parte débil contratante.

Estoy segura que dormir con Risto no es exactamente lo mismo que dormir con Zac Efron.


 


Esta entrada la podéis encontrar en catalán en
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