Pol Guasch, el joven poeta y escritor catalán que acabo de descubrir, intentó darnos esperanza, aliento, iluminarnos, tranquilizarnos, reconfortarnos... a los asistentes al Festival de Literatura MOT de Girona.
Desocupado lector, habrás comprobado que hoy vengo motivada y con mucho más vocabulario después de escuchar a Pol Guasch, junto a Alicia G. Núñez y Karmele Jaio, las otras dos poetas y escritoras invitadas al MOT. Con gran tristeza y mayor pena me he dado cuenta que este blog es absolutamente árido y yermo en verbos y adjetivos. Brillan por su ausencia. Intentaré mejorarlo mínimamente porque el mundo es más bonito cuando uno lo adorna. Pero en la isla de Lesbos 2 hay lo que hay.
En el turno de preguntas del público, uno de los asistentes preguntó a Pol Guasch si creía posible que los jóvenes estuviesen preparados para su literatura. Si alguien conocía el motivo esta extraña pregunta éramos los lectores de “Napalm en el corazón” Hay una persona antes y otra después de la lectura de la novela. El título ya es toda una declaración de intenciones por parte del autor.
Pol Guasch, inteligente y educado, además de sensible y divertido, un escritor que ha ganado el premio Anagrama con solo veinticuatro años, respondió que los jóvenes tienen derecho a sentir y emocionarse con sus libros, también a no sentir nada, y también por supuesto a no leerlo. Que esto no suponía ningún problema para él.
Añadió que tendemos a pensar en los jóvenes como si fueran una masa amorfa que se desplaza toda ella en la misma dirección. No es así. Añadió que no le preocupa en absoluto el resultado de la encuesta que se ha publicado recientemente sobre el aumento del giro a la ultraderecha y a actitudes machistas de los jóvenes entre diecisiete y veinticuatro años. Con una tranquilidad pasmosa y con toda la convicción de quien habla con conocimiento de causa, que para eso es joven, nos explicó que tenemos que ser conscientes que los jóvenes en esta etapa de la vida están madurando, que el córtex prefrontal se está formando y cerrándose. Por eso tienen todo el derecho a equivocarse o acertar, a tener ideas ultraderechistas, o de otro tipo, y a darse cuenta cuando crezcan, de las estupideces que dijeron y pensaron en su juventud.
Después de la ovación al final a los autores, y de la pequeña conversación que mantuve con Pol Guasch, mientras me firmaba su último libro, “Ofert a les mans, el paradís crema” comportándome como una fan ante una estrella de rock, sin el córtex cerrado, me fui a casa contenta y aliviada sobre el futuro de nuestros jóvenes.
Pero al día siguiente el suflé se desinfló. Hoy ya no estoy tan convencida. Demasiadas noticias negativas al abrir el teléfono y leer los titulares de los diarios. Esto sí que es “Napalm en el corazón” de buena mañana.
La bondad y la dulzura de Pol, su manera tranquila de explicar los sentimientos, su alegría, su mirada, me recordó a otro joven poeta como él, nuestro queridísimo Federico García Lorca. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar en él El poeta granadino fue asesinado por unos hombres que pensaban exactamente como nuestros jóvenes de la encuesta, en los que en Pol Guasch tiene depositadas sus esperanzas.
Podrán cambiar de ideas políticas dde nuestros jóvenes conservadores, bombardeados constantemente en las redes con mensajes xenófobos, racistas y misóginos a través de tiktocs, isntagrams, “x”, ? Se podrán desembarazar de toda esta información tóxica, enquistada en su cerebro, antes de que el córtex se cierre de manera definitiva? Vance, Bannon y sus secuaces ultraconservadores no invierten en vano millones de dólares en Europa.
Mientras Pol Guasch mantiene firme la esperanza, yo siento un temor exacerbado al futuro mundo que tendremos en manos de estos jóvenes que un día serán adultos. Nos hundirán en la miseria convencidos que la ultraderecha solucionará fácilmente todos los sus problemas a base de buscar enemigos imaginarios, inmigrantes, mujeres, homosexuales, pobres...
Porque no podemos olvidar a donde nos llevarán las ideas ultraconservadoras y xenófobas : a un país y a sociedad terrible, como la que encontramos en “Napalm en el corazón”.
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