viernes, 3 de abril de 2020

Equipos de Protección Individual (EPI)


Ya saben los desocupados lectores, por otras entradas de Laisladelesbos2,  que tengo un interés un puntito enfermizo por todo la historia de Segunda Guerra Mundial. Me gusta leer sobre tácticas militares y también sobre las decisiones políticas que los países tomaron durante esa guerra.


Ni idea del motivo. A ver si tengo un antepasado militar, que lo dudo. Supongo que entre otras razones simplemente admiro aquellos jóvenes soldados, héroes de otras épocas. Muchas veces me pregunto por ejemplo qué impulsa a un chico de Omaha, (USA ) a trasladarse en Europa, desembarcar en Normandía en medio del infierno de metralletas y bombas ( Ver  “Salvar al soldado Ryan” ) y tener la convicción de estar cumpliendo con su deber.


Lo mismo que deben pensar nuestros nuestros doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, nuestros soldados del siglo XXI,  llevando a cabo la batalla más grande después de la Segunda Guerra Mundial, como muchos diarios califican la situación que nos ha tocado actualmente vivir.


Todo esto lo explica, con todo tipo de detalles , el historiador y exmilitar Sir Antony Beevor, en su libro “El día D. La batalla de Normandía. Durante estos días de confinamiento lo he vuelto a recuperar y releer ( sí, lo has leído bien, si volver, segunda vez, sí, sí).  Empecé hojeando las fotografías en blanco y negro que ilustran los diferentes capítulos del libro y sin darme cuenta ya estaba en el despacho de Winston Churchill, mientras tomaban la terrible decisión que afectaría las vida de miles de jóvenes soldados y de civiles franceses.


En total la cifra de muertos en la Batalla de Normandía según Antony Beevor fueron de: 125.847 soldados americanos, 70.000 civiles franceses, 240.000 soldados alemanes y 83.000 soldados británicos, canadienses y polacos.


Cuando leí por primera vez estas cifras, poco me podía imaginar que hoy me encontraría escuchando noticias sobre casi 11.000 personas muertas en España por coronavirus, acercándonos en los 13.000 de Italia que ya nos espantaban no hace tanto. Y que yo asumiría cada noche el número de muertos, como la catástrofe natural que nos ha tocado vivir, cuando no lo es en absoluto.

El día 5 de junio de 1944, de madrugada, las fuerzas aerotransportadas de los Aliados, (más de 1.200 aviones, no lo puedo ni imaginar en el cielo), cruzaron el Canal de la Mancha en dirección a la costa de Normandía cargadas de soldados equipados hasta las cejas con todo tipo de armas para defenderse y atacar.
 
La noche anterior al desembarco  los soldados se raparon totalmente la cabeza para facilitar el trabajo a los médicos en caso de que resultaran heridos. Los subieron a los 1.200 aviones, perfectamente equipados para la guerra contra los alemanes. Les dieron pistolas, metralletas, granadas. Llevaban puesto encima de la vestimenta cartucheras de balas cruzadas por el cuerpo al estilo Pancho Villa, y los cascos de camuflaje contenían por dentro el botiquín  con morfina y vendas. Les recomendaron que, una vez llegaran a tierra,  utilizaran cuchillos y granadas de mano, en vez de pistolas, para evitar posibles confusiones con el enemigo, no fuera caso que dispararan un compañero por error siendo de noche.

 

Nuestros gobiernos actuales no han aprendido nada de la historia y se han dedicado a fabricar material de guerra de la más alta tecnología, drones, barcos de guerra, aviones,... para defendernos aquí o en al Próximo oriente, donde haga falta, de terroristas, pero no de un virus.


Los políticos que nos gobiernan no han sabido preveer ( y ya hace días que dura) que nuestro personal sanitario  debía estar totalmente equipado contra un enemigo invisible, igual que los gobiernos de los países Aliados enviaron a aquellos chicos a lanzarse de los aviones en plena noche, perfectamente preparados para matar.


Los Aliados en junio de 1944 consideraron prioritario equipar los soldados paracaidistas con armamento y medicinas. Nuestros dirigentes no han podido prever nada de lo que nos venía encima cuando en  Diciembre del año pasado,  dos meses antes de la debacle, se detectaron los primeros casos de coronavirus a China.


Nuestros valientes soldados del siglo XXI estan luchando por nosotros, literalmente, pero equipados menos que un soldado de las unidades aerotransportadas cruzando el Canal de la Mancha.

 
Nuestros sanitarios han de poder hacer su trabajo sin riesgos innecesarios. No tenemos derecho a pedirles que se sacrifiquen su salud por nosotros. Donde está escrito que mi vida vale más que la de ellos?.


En esta pandemia se han tomado decisiones erróneas que han tenido (y tendrán) como consecuencia la pérdida de vidas humanas, no sólo la de los enfermos muertos por falta de respiradores  y de camas en  las UCI. También se ha contagiado un gran número de miembros del personal sanitario des este país, número demasiado alto y también han muerto. Todo esto se debe simplemente a la carencia de unos equipos de protección individual, como una mascareta, una bata... productos baratísimos.


Y sí, los Aliados ganaron la batalla, como nosotros superaremos esta pandemia, y pudieron liberar París, pero el resultado fue muy imperfecto. Si leéis el libro de Antony Beevor comprobaréis que mariscales, generales y políticos con nombres rimbombantes como Montgomery, Churchill o De Gaulle, decidieron erróneamente sobre asuntos que costaron vidas humanas , y no me refiero a los llamados daños colaterales. Sus egos e intereses personales llevaron a la muerte innecesaria a los jóvenes soldados que atacaron puntos alemanes sin ningún interés estratégico.


Saldremos hoy a las 8 al balcón a aplaudir a  nuestros soldados, como hicieron los ciudadanos británicos cuando despedían a los paracaigudistas  al subir a los aviones,  pero no será suficiente.

 

Cuando toda esta situación pase, y se haga un análisis y un recuento de los errores, se exigirán responsabilidades por algunas muertes, como en  los juicios de Nuremberg... (otro capítulo de la Segunda Guerra Mundial, pero dejémoslo para otro día).

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